jueves, enero 31, 2013

Radiaciones paranoicas

Entre los temas candentes en Twitter durante la presente semana, se encuentra la clausura por parte del gobernador de Córdoba José Manuel De La Sota, de tres antenas de la Televisión Digital Abierta. El pretexto esgrimido para tal clausura es que la presencia de dichas antenas tendría efectos dañinos sobre la salud de la población circundante. Uno puede entender perfectamente que, desde el punto de vista de un político del stablishment como De La Sota, el hecho de que alguna informacion distinta de la propagada por Cablevisión nutra las ideas de la gente, pueda considerarse un "efecto negativo sobre la salud". Pero si el planteo se refiere a la proposición "las microondas emitidas por las antenas causan cáncer", muy de moda en círculos progres, me permito tener muy serias dudas al respecto, las cuales intentaré explicar en lo que sigue.


 
Empecemos por la empiria: hasta donde sé -sin ser ningún experto, claro- hay muy poca o ninguna evidencia empírica en laboratorio de una correlación entre radiación de microondas y cáncer en seres vivos. Lo que hay son estudios muy poco formales sobre la incidencia de cáncer en personas que viven cerca de antenas que emiten microondas. Esos estudios claman que la proporción de personas que adquieren ciertos tipos de cáncer entre los que viven cerca de las antenas, es mayor que la incidencia de esos mismos tipos en la población general según la registran las autoridades de salud. Supongamos que dicho planteo fuera verdadero ¿prueba esto que la proximidad a las antenas es la causa causa del cáncer? No, por varias razones. La primera es que ambas incidencias están medidas de manera diferente, por lo que compararlas requiere de un cuidado especial. En efecto, por un lado la incidencia de cáncer en la población cercana a las antenas se mide por estudios puerta a puerta, dentro de un muestreo de hogares elegido presumiblemente al azar en las regiones afectadas. Por otro lado, la incidencia de cáncer en la población general la miden las autoridades de salud mediante relevamientos (conteos de pacientes) en los hospitales y obras sociales. Es decir, dados los métodos de medida muy diferentes, es muy difícil extraer ninguna conclusión relevante a partir de su comparación. Richard P. Feynman hubiera llamado cargo cult science a cualquier conclusión obtenida en esas condiciones. Por esta razón, la proposición "la radiación de microondas está correlacionada con el cáncer" es muy difícil de testear con estudios de campo, y require en cambio de estudios de laboratorio sobre ratones, con métodos de conteo bien establecidos y con grupos de control. Incluso así, todavía queda un punto crucial, algo que se ha mencionado más de una vez en este blog: correlación no implica causalidad. La distancia entre Africa y America está ciertametne correlacionada con la caída de mi cabello, porque ambas crecen con el tiempo, pero por supuesto ¡no es correcto inferir de ahí que la deriva continental sea la causa de la calvicie! Es decir que aún si la empiria apoyara la proposición "las microondas emitidas por las antenas están correlacionadas con el cáncer", esto no implicaría que "las microondas emitidas por las antenas causan cáncer".

Para inferir causalidad se necesita imaginar un mecanismo que relacione lo que sabemos sobre cada uno de eventos correlacionados. En este caso, deberíamos encontrar consistencia entre todo el conocimiento que tenemos sobre las microondas, con el que tenemos sobre el origen del cáncer, por supuesto sin contradecir en el camino nada de lo que sabemos sobre el resto del universo. Así, tratemos pues de imaginar si algún mecanismo de ese estilo es posible.

Por lo poco que sé sobre el tema, entiendo que el cáncer se produce por mutaciones en el material genético de las células afectadas. Las mutaciones son cambios anormales en la estructura de la molécula de ADN y/o de las proteínas y demás biomoléculas que interactúan con ella durante su funcionamiento. Una molécula está formada por partículas llamadas iones y electrones. A los fines de este post, un cambio en una molécula debe entenderse como un desplazamiento dentro de ella de las partículas que la componen, y podría involucrar incluso la pérdida de algunas. Dicho desplazamiento puede producirse por choque con otra molécula o partícula, o por acción de una fuerza externa conocida como fuerza electromagnética.

La fuerza electromagnética viaja en forma de ondas, que en lo que a este post concierne pueden imaginarse como olas en la superficie de un lago. Las ondas se caracterizan por una magnitud conocida como longitud de onda, y que puede entenderse como la distancia entre la cresta de una ola y la cresta de la siguiente. La importancia de esta longitud de onda es que nos indica la capacidad de una dada onda electromagnética de interactuar con los objetos. La regla es sencilla: para que una onda electromagnética pueda desplazar las partes componentes de un dado objeto dentro de él, su longitud de onda tiene que ser similiar al tamaño del objeto (*). Podemos imaginarnos un bote flotando sobre las olas, la regla estipula que las olas cuyas crestas están muy separadas comparadas con el tamaño del bote, no podrán sacudir demasiado los objetos que están dentro de él, y que sólo podrán hacerlo aquéllas que tengan aproximadamente el tamaño del bote. En el caso de nuestro interés, una onda electromagnética podrá modificar la estructura de una dada molécula, solo si su longitud es similar al tamaño de la molécula.

Y aquí llegamos al nudo de la cuestión: la longitud de onda de las microondas que emanan de las antenas de telefonía celular y de otros sistemas de comunicación, es mucho mayor que el tamaño de cualquiera de las moléculas que constituyen nuestro organismo. De hecho es al menos diez millones de veces mayor(**). Por lo tanto, no es posible que dichas ondas electromagnéticas alteren directamente las posiciones de los iones y electrones que conforman las moléculas, provocando así una mutación cancerígena.


La longitud de onda de las microondas en cuestión es similar al tamaño del cuerpo humano, por lo que dichas ondas están en capacidad de desplazar las partículas dentro de él. En este contexto, uno podría preguntarse si alguna de esas partículas, acelerada por la fuerza electromagnética, podría alterar una molécula al chocar con ellas y así provocar una mutación cancerígena. Hay que tener en cuenta que, para acelerar una partícula a la velocidad suficiente como para alterar una biomolécula, sería necesaria una onda de intensidad muy grande. En nuestra metáfora lacustre, la intensidad de una onda se puede homologar a la altura de la ola, siendo las ondas radiadas por una antena similares a las olas que se producen cuando una piedra cae en el agua. Estas olas se hacen más pequeñas a medida que se alejan radialmente del punto central donde cayó la piedra, y lo mismo cumplen las ondas electromagnéticas emitidas por una antena, siendo su intensidad más débil a medida que nos alejamos de la antena. De hecho, multiplicando por 10 la distancia a la antena, dividimos por 100 la intensidad de las microondas que recibimos. No tengo los datos necesarios para hacer el cálculo de cuál es exactamente la distancia segura, pero baste decir que incluso en el caso de una antena conectada directamente a una turbina de Yaciretá, una distancia de unos 20 metros es  ya bastante segura.

Por lo tanto, la hipótesis "las microondas emitidas por las antenas causan cáncer" no sólo no se sustenta en una evidencia empírica razonable de correlación, sino que además incluso en el caso de que dicha correlación existiere, el inferir causalidad a partir de ella contradice todo lo que sabemos sobre microondas y sobre la biología del cuerpo humano. Es muy difícil sustentar seriamente una hipótesis tan débil, yo opto por no creerla, homologándola a un efecto más de esa mezcla de ignorancia cultivada, pensamiento mágico y paranoia, que caracterizan el comienzo de este nuevo siglo.

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Post scriptum:

1)  Disclaimer: este post trata sobre la proposición "las microondas emitidas por las antenas causan cáncer". La conclusion negativa no se opone, sin embargo, a la proposición más general "la proximidad a antenas de microondas causa cancer" siempre que se asuma que la causalidad no tiene lugar a través de las microondas emitidas sino de algún otro agente. Podría darse el caso, por ejemplo, de que alguna de las sustancias químicas utilizadas en las instalaciones que rodean a las antenas tenga efectos cancerígenos (como sucedió con el PCB en las torres de alta tensión). Hasta donde tengo entendido, todas esas sustancias pasan por pruebas de laboratorio que aseguran que dichos efectos no existen, aunque podría darse el caso que alguna empresa utilice sustancias ilegales.

2) Detalles técnicos: en este post utilizamos la expresión "similar" en un sentido muy amplio, dos números serán similares incluso si difieren en un factor 10000. Siguen algunos detalles técnicos para los más insidiosos.
(*) Para excitar los niveles electrónicos e una molécula, la relación correcta es L x L similar a  l x le donde L es el tamaño de la molécula, l es la longitud de onda y le es la longitud Compton del electrón. Para excitar los niveles rotacionales de la molécula, la fórmula es la misma pero reemplazando le por la longitud Compton de toda la molécula. En ambos casos se deduce que L tiene que ser similar a  a x l, donde a es el cociente entre la longitud Compton que corresponda y el tamaño  L de la molécula, el cual en el peor de los casos es mayor que un diezmilésimo. Es decir que para alterar una molécula, la longitud de onda tiene que ser como mucho diez mil veces más grande que el tamaño de la molécula.

(**) La longitud de onda de las microondas es del orden de un metro, la longitud de las moléculas más grandes es del orden de un cienmillonésimo de metro, siendo conservadores la proporción es la mencioanda. Incluso si consideramos el factor 10000 mencionado en el punto anterior, todavía obtenemos la conclusión de que la longitud de onda es cien mil veces más grande que lo necesario.